El consumo de bebidas carbonatadas trae grandes efectos para nuestra salud como problemas en el sistema digestivo, pues el dióxido de carbono es un gas toxico que no puede ser digerido por el cuerpo. Además, las gaseosas son sustancias sumamente ácidas con un pH de 2.5 (incluso menor que el pH cítrico: 5.5) [3] y al entrar al organismo no dañan solamente a los órganos previos al estómago (traquea y estomago) si no que también compiten con la acidez del acido cítrico en el estomago. Aunque el estomago es el único en el sistema digestivo que puede soportar un entorno acido, el ácido fosfórico en las gaseosas hace que no funcione correctamente, dejando comida sin digerir causando indigestión, inflación y dolor. Al no estar funcionando la digestión de los alimentos, algunas proteínas pueden pasar a la sangre a través del intestino delgado causando reacciones alérgicas.